miércoles, 22 de mayo de 2013

3 años de Bandada



Hace tres años que compartimos el inmenso placer de la bandada. Una idea de Liliana, un llamado telefónico a Laura, una sociedad, un armado, un desarrollo, dos personas que luego serían tres, cuatro, diez, quince, un café que se convertiría en grupo humano, una bola gigante que sumaria más y más poetas, incluso a los que vivían lejos y que siempre, de alguna forma, nos han hecho llegar su entusiasmo, su alegría, su amistad. Y ya esta altura poco importan los cómo, los cuándo, los fundamentos, las directrices, porque las ideas se renuevan, mutan, han estado siempre en constante mezcla por la variedad de voces y propuestas. La bandada es el café de una diversidad de poetas y artistas que han desarrollado el oído, el afecto pero sobre todas las cosas la tolerancia. Somos tan distintos y tenemos tantas ansias de expresión que no hubiera sido posible este transcurrir sin esa cualidad que posee la bandada: La tolerancia.
Es la cualidad que siempre destaca aquel que llega por primera vez y que se suma. El poder logar del otro un aprendizaje.
Estamos muy contentos por estos tres años de camino recorrido pero más que nada compartido.
Esperamos seguir adelante por varios años más

Un abrazo y un gracias inmenso de todos los que hacemos la bandada!



jueves, 16 de mayo de 2013

Leonardo Fontani, 0.6



I
Tiempo hace que los bosques no pertenecen a sus dueños. Tiempos llenos de voraces sonidos, gemidos de la espesura, llantos milenarios derramados sobre las piernas de mercurio. 
La furia del silencio me atormenta tanto que no puedo más que dormirme y esperar que todo pase.



II
Me pretendo uno más, me pretendo asalariado en la puerta del tren, esperando despacio para abrazar mil desconocidos que son yo. Mil desconocidos que son el calor, la energía que 
mueve el tren que nos lleva, desconsoladamente nos lleva, hasta el final de la estación.


III
Me pretendo una coma sin espacio, solo una coma en un abultado texto. Palabras mayores, palabras justas. Grandes letras de grandes autores. Yo, una coma. Una coma que no es 
punto ni cierre, ni cosa de otro mundo. Una simple coma que todo lo que hace es dar aire para que el mundo siga resolviéndose a sí mismo en busca de ese dios que no es más que un simple espejo.


IV
Si quiero silencio, debo cerrar el mundo ante mí, apartar el cuerpo de mí y ser el mismo silencio. Si quiero Dios, debo cerrar el cielo ante mí, apartar mi espíritu y ser el mismo Dios. Nunca alcanzan las palabras para ser todo lo que se quiere ser.

Hay que ser. Viento, mar, voz, llanto y excremento. Hay que serlo todo.





Leonardo Fontani, escritor argentino, 30 años, ha publicado el libro de poesías Escamas Adentro  Participo junto a un colectivo de artistas de dos publicaciones cordobesas: Jueves, del grupo de poesía el Ático y Proceso ON/ON del taller Demolición Construcción. Diseñador Gráfico, reparte su tiempo entre su quehacer cotidiano y la escritura, buscando siempre buscando.

Textos suyos pueden encontrarse en su blog: espacioletraespacio.blogspot.com

miércoles, 15 de mayo de 2013

La procesión - Yolanda Gozálvez


                                                                  X.S Pareja (1923) de Xul Solar


Tío Conrado, después de casarse, se asentó a vivir en un pueblito entre la arena, donde transcurrió la vida de mis abuelos.
En su viaje de bodas, visitó Buenos Aires y se enamoró del Cabildo Histórico, e hizo construir una copia casi fiel, de este monumento.
Le llamaban “El exéntrico” o el “Singularito”, no sólo por su casa, sino también por su forma de vestir y de llevar la vida. Como salía poco, volvían a recordar su existencia, durante la festividad de su santo, cuando en compañía de Tía Dolores, su mujer, partían, como dos emperadores, en procesión por el poblado: Envueltos en moradas capas de seda, como una prolongación del atuendo del patrono, del suyo, claro, ya que vivía ajeno a las tradiciones lugareñas. Nadie se incorporaba a la marcha, menos aún, mi abuelo, a pesar de ser primos y vecinos. No podíamos comprender el significado de la solitaria y ostentosa caminata: Conrado el “singularito”, La Dolorita, como él la llamaba, las dos criadas, los tres perros y un poco más atrás, mis primos y yo.
Subyugados, nos íbamos aproximando, despacio, a la reducida marcha, deslumbrados, por tanto pedrerío, tanta flor, cintas y borlas… y especialmente las borlas colgaban del santo e iban marcando dos surcos en la arena.
El abuelo, trataba de ignorar la escena que fulguraba frente a su casa sin dejar de mirar, hechizado, detrás de los visillos, el señorío de la gallarda marcha.
Quedaba largo rato, como imantado por el andar de la Dolorita, sus enormes ojos y sus prominentes pechos, cortando el aire de la tarde norteña de más de cuarenta grados.
Daban una vuelta por las dos únicas calles, trepando un paso a nivel y regresando por el otro.
Guardaban el santo y nos despedían en la puerta, con golosinas, graciosas reverencias y una mirada de complicidad entre ellos.
El abuelo nos esperaba en la puerta del zaguán, morado de rabia, tan morado, como las procesionales capas.
Mucho tiempo después, nos enteramos de que todo, todo, fue a causa de la Dolorita. La hermosa y opulenta Dolorita.