viernes, 22 de agosto de 2014

La Coca Ruffino - Cena para dos




Cena para dos




Sintió su presencia por todos lados

la sintió en la casa, en el aire

la sintió en la tez.

No estaba, ella no estaba

Se encerró hasta retener el perfume de la esencia

que persistente y embriagadora oscilaba colgada de

la telaraña letal.

Su esencia, que vainilla bailaba jazz

galopaba montada del suspiro de la sopa

"sopa de caramelo y gotas de mar café". Y ella

todavía con sus lentes oscuros de mujer invisible.

Sintió su esencia que estaba por todos lados:

la sintió en la casa, en el aire y la sintió en la tez.

Se encerró en la habitación hasta convertirse

pupa de mariposa que en las sabanas se le pegaba la miel.

Se sentó en el jardín hasta que se le enredara el aroma

puro de la orquídea, el sabor azúcar de la vaina carnosa,

la luz, el tacto y el sonido de otro en los propios pliegues de la piel.

Se sentó en el jardín y sintió junto al

cardenal rojo el revelado del sol en las alas

el crujir melancólico de la madera aprisionada por la liana

el aroma a vainilla flotando, brotando y creciendo en el aire

entonces recordó que, aún conserva en el freezer un trozo de carne

muy parecido en tamaño, forma y color al modo y ritmo de latir de

su propio corazón.

Ahora ella que estaba presente embriagada de sabores y

perfumada por inciensos decidía en cómo preparar con él y

la vainilla una deliciosa cena para dos.






poema perteneciente a la serie Trilogía Culinaria, incluidos en Buscador, Antología Ilustrada por Juan Longhini








Noelia “la coca” Ruffino, nació en Córdoba en 1984, es técnica en algunas cosas pero sobre todo autodidacta. Le sientan muy bien las cucharas y cucharones. Su primer contacto con la escritura surge en un viaje por América Latina redactando sus experiencias en forma de diario de viaje. En la poesía descubre otra forma de seguir viajando pero por sobre todo una amiga incondicional.


 

domingo, 10 de agosto de 2014

Angelita Acero, 2 poemas



Tomado de: Manecillas en estado alterado,  Garcín Ediciones, Duitama, Colombia, 2013




REQUILORIO

Hace algún tiempo fui un gato,
ronroneaba angustias al frente de la noche,
caminaba en puntillas sobre la orilla del tiempo,
me bebía la vida mientras calculaba el salto,
maullaba una que otra premonición

Hace algún tiempo, aprendí a cazar el alma en la limonada,
Aseché en la letra, y en el track para el camino,
Escalé otro árbol, musité otro libro
olvidé que los mapas se leen al revés
Caminé en contrasentido
y me bañé de noche en un vodka sin hielo

Hace bastante tiempo no divagaba sobre lágrimas,
no dejaba huellas en ninguna playa,
ni jugaba con la esfera que controla el equilibrio.
Alucinaba en la promesa siguiente
y me lamía las penas en una estación de autobús

Sin sentirlo me fui enredando entre las burbujas,
la risa de los niños, el saxofonista de la calle,
la hierba de los buenos días, la caricia de las buenas noches
la playa, los mapas, el vodka,
la noche sin hielo,
el track en el árbol,
la orilla del salto,
la letra inconclusa.

Hubiera preferido seguir siendo un gato,
Pero nunca aprendí a caer de pie.



 

 

 MANECILLAS EN ESTADO ALTERADO


A las once de las doce, se atoró un pedazo de risa,
quedó ondulante en el cableado de la calle 47,
iba con la lluvia, con el viento de noche,
con los labios de las tres

A las doce de la una se alivianó el secreto,
la ausencia que predijo un knock-out en el reloj,
un espasmo en el espejo del baño,
un nuevo títere en el bolsillo derecho del gato gris

A la una de las dos, se quebró un demonio,
se partió un vaso,
se mojó un insomnio,
Y como siempre... saboteándolo todo,
La risa dejó de toser, el viento dejó de llover,
el reloj colapsó, el espejo se mareó
el gato se durmió y el títere cobró vida.
Por ahí entre los escombros quedó el demonio,
que reclama el sonido del segundero al otro lado de mi sueño









Ángela Acero Rodríguez. Bogotá, Colombia, 19 de diciembre de 1981. Profesional en Filosofía (Pontificia Universidad Javeriana) Actualmente, Estudiante de Maestría en Culturas y literaturas Comparadas de la Universidad Nacional de Córdoba. Trabajó como Promotora de Lectura y Escritura en la Red de Bibliotecas Públicas de Bogotá y realizó varios talleres de escritura en Bogotá, uno en Santa Rosa de Calamuchita (Córdoba). Actualmente participa en La Bandada



sábado, 9 de agosto de 2014

El umbral - José Santiago



A Gustavo Parada Aguirre,  poeta chileno


Al poeta la distancia le ha quebrado la voz. Justo cuando estaba de pie y miraba desde allí su tierra de luces y desaparecidos.
Demasiado extranjero, conoce el país de la soledad y está expuesto a los dientes de una Córdoba que lastima, que llora cuando el cielo se parece al fondo de los ceniceros.
El poeta advirtió cómo se le escapaba la firmeza, cómo las palabras salían desesperadas del papel en busca de identidad. Y lloró el olor de Santiago, las madrugadas y la esperanza un poco viva, un poco muerta que devuelve el mar.
Quién sabe si en verdad los poemas, para cerrarse, no deben quedar a la mitad, como vencidos pero alertas. Quizá el final de un texto no llegue con el punto definitivo, sino cuando algo irrumpe en la garganta. Y uno debe dejarlo así, al poema y a la pena, desnudos en la oscuridad anárquica porque se ha cortado la luz.
Entonces el hombre, acodado a la barra del bar, está también asomado en el umbral de los vacíos, en el umbral de algún amor remoto o en brazos de su madre cuando ella aún ignoraba que el muchacho saldría poeta. Que iba a ponerse de pie por los que no pudieron para nombrarlos ante una bandada silenciosa.
Dice que no puede seguir la lectura. Que algo dentro suyo ha erosionado su voz. No sabe él, nadie lo comprende todavía, que a los poemas a veces hay que dejarlos, no forzarlos, porque al final siempre son los otros, los extraños que nos rodean, quienes lo completan.
Una noche de estas empuñará su libro. Verá la quietud cómplice de las palabras y detrás de ellas, el mar a punto de decir algo.
Y verá su tierra, Chile, ya no tan lejos. Y terminará el poema.




José Santiago tiene 27 años y nació en Córdoba Capital en horas de la siesta. Estudió periodismo deportivo y algunos años de periodismo y comunicación social. Realizó talleres de teatro y narración oral. Actualmente trabaja como redactor en el diario Día a Día de esta ciudad. Toma talleres de escritura creativa con la poeta Susana Cabuchi.  Su mail: piposalguero@hotmail.com